martes, 25 de junio de 2013

Un mapa más completo: El gráfico de Eysenck

Según se cuenta en la Web, la primera persona que diseñó un sistema de representación de las posiciones políticas, utilizando dos ejes perpendiculares, fue Hans Eysenck, en su libro de 1964 "Sense and Nonsense in Psychology".  A partir del espectro tradicional 'derecha-izquierda', Eysenck añadió un eje vertical que representaba desde las tendencias autoritarias (tough-mindedness) a las tendencias democráticas (tender-mindedness).

No he sabido encontrar el libro de Eysenck, y menos aún en versión castellana (si es que existe) para comprobar con mis propios ojos, según es mi costumbre, que el gráfico que se le atribuye es suyo y que está fielmente reproducido en la red. 


Si el gráfico de Eysenck es el aquí reproducido, no me acaba de convencer. Me gusta más, desde luego,  que el atribuido a Nolan por una razón fundamental: El sistema de Nolan esta concebido bajo la premisa de que solo se puede ser liberal en una escala de 0 a 100 e individualista, en una escala de 0 a 100. En ese sistema uno solo puede ser un 'malísimo liberal' (0,0) o 'un buenísimo y extraordinario liberal' (100,100).  Para él no existen otros espacios políticos distintos al liberal. El mapa de Nolan es un mapa amputado: le faltan tres cuartas partes del planeta político. Para Nolan solo existe el cuadrante N.E. y además, girado 45º. 

Es como si me presentara en clase y dibujase en la pizarra un mapamundi como éste:


Mis alumnos pensarían que solamente me he aprendido la cuarta parte del mapa. Y si encima lo giro, correrían rumores de que me he dado a la bebida. 

Me gusta más el gráfico de Eysenck, porque está entero. Los ejes acogen la totalidad del espacio político. 

En la representación de la dimensión económica es posible encontrar acomodo para los que piensan que la economía tiene que organizarse en base a la propiedad privada individual, la libertad de empresa y las leyes del mercado. Para ellos hay una infinidad de puntos en toda la mitad derecha del gráfico.  En la mitad izquierda, es posible situar los infinitos matices que presentan las posiciones de aquellos que entienden que, en la organización de la economía, la propiedad pública y el colectivismo son elementos importantes y que la intervención del Estado como agente de redistribución de la riqueza es fundamental.

Cuando se representa la forma de organizar el poder coactivo del Estado sobre la sociedad, el semiplano superior, acoge a todos aquellos que son partidarios de una capacidad coactiva creciente de los poderes públicos, mientras que en semiplano inferior se ubican todos aquellos que defienden la importancia creciente de las libertades colectivas e individuales por encima del poder coactivo del Estado.

Lo que no me gusta del gráfico de Eysenck, al menos tal y como está rotulado, es la distinción de cuatro 'sistemas' separados entre sí, de modo que se sugieren como continentes aislados. Esas cuatro manchas de colores distintos, sin transición ni gradación sugieren la propuesta de fronteras geométricas, artificiales, que no se corresponden con la realidad. 

La manía pseudo-didáctica de simplificar, con la excusa de facilitar el aprendizaje, con frecuencia falsea la realidad y casi siempre confunde el conocimiento de las cosas.

En el gráfico de Eysenck,  de nuevo, encontramos esa incitación simbólica al adoctrinamiento, en base a una rotulación tendenciosa: Aunque los 'totalitarios' deberian ocupar toda la banda superior del gráfico, de nuevo se les situa solo en la IZQUIERDA, mientras que los autoritarios de la DERECHA, solo son 'conservadores'. De modo análogo, los socialistas y los liberales, aunque opuestos entre si, estan todos en el 'sur', es decir, en la mitad no autoritaria del mapa. Insinuar, aunque sea por omisión, que no hay socialistas ni liberales AUTORITARIOS, es pura falsedad y no un simple descuido.

A riesgo de distinguir excesivos matices y hacer la representación demasiado compleja, había que encontrar la forma de combinar la información transportable al espacio determinado por esos dos ejes, de una forma más matizada y gradual. 

A partir de ese Gráfico de Eysenck empecé a elaborar mi propio 'sistema de representación', combinando tres gradaciones de color y superponiéndolas:
  • Gradación vertical desde el color negro donde se situarían las ideas totalitarias, hasta el blanco, donde se situarían las ideas libertarias.
  • Sobre esa base de tonos de gris, la mitad izquierda del mapa se rellena de rojo que se degrada y se difumina según se aproxima al centro.
  • Sobre la misma base, la mitad derecha se rellena de un azul que se degrada y difumina según se aproxima al centro.
El resultado de esa mezcla de colores es algo similar a lo que puede verse en el siguiente gráfico:




La convención global en la que se basa es muy simple y muy fácil de aprender:
  • Cuanto más oscuro es el color, más cerca estamos del totalitarismo, de las posiciones autoritarias, de las ideas conservadoras y de la aceptación de principios morales intransigentes
  • Cuanto mas claro es el color, más cerca se está de las ideas progresistas, de la tolerancia moral y de la afirmación de la libertad personal frente a la autoridad estatal.
  • Sobre cualquier linea horizontal, la mayor intensidad de color desde el centro a los extremos, representa la radicalización progresiva de la oposición económico-social entre izquierda y derecha
De este modo, todas las posiciones en el espectro Izquierda-Derecha, son susceptibles de ser matizadas en función de su propensión a la libertad o al totalitarismo. El sistema de representación parece bueno a primera vista.

Otra cosa distinta, es poseer los instrumentos necesarios para medir con precisión sobre ese plano cartesiano, los ángulos y las distancias.  Ya tenemos un sistema de coordenadas que podemos llevar a la pizarra. Ahora, para dibujar un mapa sobre él, necesitamos, para empezar,  enormes cantidades de medidas fiables que nos permitan dibujar continentes y situar en ellos a sus habitantes.

Y antes que nada, necesitamos una brújula,  para orientarnos... Porque, en esto de la política, pese a la ebullición de la protesta, pese a la movilización frente a la crisis, todos andamos un poco perdidos. Y, en especial, mis alumnos, a los que el estudio de la Historia, les obliga a transitar por un terreno que le es extraño y por el que no tienen, de entrada, un interés especialmente acusado.