EL CASO DE PODEMOS
En España, como fruto probable de
una cultivada ignorancia, se ha instalado el principio básico de “presunción de
culpabilidad”, en virtud del cual, grupos de apreciable entidad pero
minoritarios en cualquier caso, han venido a erigirse, unilateralmente, en
expendedores de certificados de calidad: deciden sobre la honestidad de las
personas imputadas y condenan a las que les parece oportuno antes de que hayan
sido juzgadas, deciden acerca de la calidad democrática de las instituciones,
pontifican sobre la legitimidad de los partidos, establecen líneas rojas que
separan comportamientos éticos de los que no lo son y señalan las leyes y
normas que deben ser obedecidas o desobedecidas.
En ese contexto global de
deslegitimación del sistema de convivencia existente, los instrumentos de
análisis que nos permiten estudiar y comprender la realidad circundante, tales
como las estadísticas y las encuestas (y, en consecuencia, los Organismos
oficiales que las producen, tales como el INE y el CIS) han venido sufriendo
esa presunción
de culpabilidad que les convierte en organismos sospechosos de
manipulación, cuyos productos “cocinados”
son simples instrumentos de propaganda a favor del "sistema" por lo menos, cada vez que
los datos que producen contradicen las expectativas mesiánicas, las ensoñaciones de estos grupos irredentos
convertidos en redentores.
Pero al margen de dogmas y
prejuicios, como dice un proverbio cervantino, que Engels utilizó siglos más tarde “…la prueba
del pudín está en comérselo”. La prueba del algodón de las encuestas son las
elecciones. Las elecciones no engañan Y son ellas las que le dan el certificado
de calidad a las encuestas. No son las encuestas, ni las corrientes de opinión
inducida, en plazas reales o virtuales, las que legitiman los resultados
electorales.
Con motivo de las elecciones
autonómicas celebradas el pasado mes de mayo en trece comunidades, a las que se
pueden añadir las elecciones anticipadas celebradas en marzo en Andalucía,
hemos conocido el apoyo real en urna que tienen las distintas formaciones
políticas en España, a falta de conocer lo que suceda en Cataluña, Galicia y País
Vasco que suponen aproximadamente el 28% del censo electoral del estado. Para
las 14 comunidades en las que ya conocemos resultados, analizaremos aquí los
datos directos (NO COCINADOS) de las encuestas pre-electorales realizadas por
el CIS y observaremos el grado de coincidencia
entre las estimaciones (COCINADAS) elaboradas por el CIS y los
resultados reales de las votaciones.
Para empezar conviene resaltar
que existen varios datos directos, sin cocinar, que proceden de las respuestas
de los encuestados a varias preguntas, susceptibles de ser utilizados para
conocer el volumen y las características del entorno de cada partido.
Aclararemos que aquí llamamos entorno al conjunto de ciudadanos que manifiestan
expresamente alguna forma de apoyo a un determinado partido. Es lo que otros
analistas suelen llamar sin pudor “el caladero” donde “pesca” a sus votantes
cada partido.
En las encuestas del CIS el perfil
de ese “entorno” o “caladero” puede dibujarse a partir de cuatro datos que
proceden de respuestas directas a tres preguntas:
- ¿A qué partido o coalición votaría Ud. si las elecciones se celebrasen mañana? Es la IDV o Intención Declarada de Voto.
- ¿por cuál de los siguientes partidos o coaliciones siente Ud. más simpatía o a cuál considera más cercano a sus propias ideas? Es lo que llamamos Simpatía global.
- ¿qué partido o coalición le gustaría a Ud. que ganara las elecciones? Es lo que llamaremos Preferencia Declarada.
De la respuesta a la segunda
pregunta, la relativa a la simpatía que suscita un determinado partido, el CIS
extrae otro dato directo, no estimado, sino procedente de recuento, que le
permite establecer el número de simpatizantes que aún no expresan abiertamente
su decisión por un partido o coalición y se clasifican a sí mismos como votantes en Blanco, Nulos,
Abstencionistas, o en el grupo formado por los que No Saben o No Contestan. Se
declaran simpatizantes de un Partido y por eso los incluimos en su “entorno” pero
no han decidido votar a ese partido ni a ningún otro, razón por la que les
llamamos simpatizantes indecisos.
El valor concreto que para estos
datos directos arrojaron los sondeos pre-electorales del CIS en las 14
comunidades autónomas en las que se han celebrado elecciones, para el caso de
PODEMOS, se recogen en la siguiente tabla:
AUTONOMIA
|
CENSO
|
IDV
|
SIMPATÍA
|
VOTO+SIMPATÍA.
|
PREFERENCIA
|
VOTO EN URNA
|
|||||
%
|
VOTOS
|
%
|
VOTOS
|
%
|
VOTOS
|
%
|
VOTOS
|
%
|
VOTOS
|
||
NAVARRA
|
474.621
|
15,3
|
72.617
|
15,7
|
74.515
|
17,1
|
81.160
|
17,3
|
82.109
|
9,7
|
45.848
|
ASTURIAS
|
875.947
|
15,1
|
132.268
|
14,7
|
128.764
|
16,9
|
148.035
|
17,4
|
152.415
|
11,7
|
102.178
|
MADRID
|
4.635.992
|
13,8
|
639.767
|
14,2
|
658.311
|
16,2
|
751.031
|
16,3
|
755.667
|
12,7
|
587.949
|
ANDALUCIA
|
6.284.016
|
13,4
|
842.058
|
12,4
|
779.218
|
15,6
|
980.306
|
15,8
|
992.875
|
9,4
|
590.011
|
VALENCIA
|
3.458.566
|
11,1
|
383.901
|
11,2
|
387.359
|
13,3
|
459.989
|
12,0
|
415.028
|
8,1
|
279.596
|
ARAGON
|
980.779
|
11,0
|
107.886
|
11,6
|
113.770
|
13,3
|
130.444
|
13,1
|
128.482
|
13,8
|
135.554
|
BALEARES
|
738.826
|
10,1
|
74.621
|
11,8
|
87.181
|
12,7
|
93.831
|
13,9
|
102.697
|
8,5
|
62.868
|
MURCIA
|
989.632
|
9,8
|
96.984
|
8,7
|
86.098
|
11,2
|
110.839
|
12,3
|
121.725
|
8,4
|
83.133
|
EXTREMADURA
|
884.669
|
9,6
|
84.928
|
10,4
|
92.006
|
11,2
|
99.083
|
11,0
|
97.314
|
5,8
|
50.873
|
RIOJA
|
233.552
|
9,5
|
22.187
|
7,9
|
18.451
|
10,9
|
25.457
|
9,8
|
22.888
|
7,8
|
18.298
|
CANARIAS
|
1.518.857
|
8,9
|
135.178
|
8,5
|
129.103
|
10,5
|
159.480
|
9,4
|
142.773
|
8,7
|
132.159
|
CASTILLA-M
|
1.539.107
|
8,0
|
123.129
|
7,9
|
121.589
|
9,5
|
146.215
|
8,8
|
135.441
|
6,9
|
106.565
|
CASTILLA-L
|
2.002.878
|
7,7
|
154.222
|
7,4
|
148.213
|
8,8
|
176.253
|
9,1
|
182.262
|
8,2
|
163.637
|
CANTABRIA
|
459.222
|
7,3
|
33.523
|
7,9
|
36.279
|
9,0
|
41.330
|
8,6
|
39.493
|
6,2
|
28.272
|
TOTAL
|
25.076.664
|
11,6
|
2.903.269
|
11,4
|
2.860.858
|
13,6
|
3.403.453
|
13,4
|
3.371.168
|
9,5
|
2.386.941
|
Como puede observarse todas las
cifras que miden el “entorno” o grupo de población que explicita algún tipo de
apoyo, es siempre, en todos los casos y en todas las comunidades, superior al
valor de los votos recogidos en urna. Son las respuestas directas de los encuestados,
sin cocina, las que sobrevaloran las expectativas de PODEMOS. El CIS, pese a que reduce esas expectativas,
todavía hace estimaciones por encima de la capacidad de arrastre real de este
partido.
Antes de que empezase la campaña
electoral, un 11,6% de un Censo integrado por 25 millones de electores, se
mostraba decidido a votar a PODEMOS. Una expectativa inicial de 2,9 millones de
votos era el horizonte de salida que los encuestados del CIS otorgaban a la
formación de Pablo Iglesias. Dos meses antes, los andaluces habían anunciado
una intención de voto del 13,8 % del Censo,
equivalente a 850.000 votantes en
Andalucía.
En la dirigencia de Podemos, hay
mucho politólogo y sociólogo en ejercicio, que saben bien, aunque no lo
confiesen por puro tacticismo, que las encuestas del CIS son muy buenas y sus
métodos de estimación muy aceptables. Por ello, antes de las andaluzas, debieron comentar entre sí que
la estimación del CIS para las andaluzas, un 19,2% del voto válido que
equivalía al 12,6 % del Censo, era una previsión razonable que podría
otorgarles un mínimo de 21 o 22 escaños.
Como la referencia, entonces, era el
barómetro de enero para las generales en toda España, que registraba una
intención de voto del 19,3% del Censo, el Consejo Ciudadano se preparó para
admitir los magros resultados de Andalucía y para explicar a su parroquia que
Andalucía era una caso peculiar en el que se aminoraba ligeramente la meteórica
carrera a la Moncloa.
Había que asumir y
explicar con naturalidad el resultado previsible en Andalucía: El “oportunismo”
de Susana Díaz al convocar elecciones anticipadas les había cogido a traspié
sin elecciones internas, sin órganos de dirección y sin programa; la
“ruralidad” presunta de Andalucía; el “sobre-envejecimiento” pretendido de su
población; el clientelismo servilmente aceptado por los andaluces, se convirtieron en elementos del argumentario
podemita para presentar el presumible fracaso andaluz como una decorosa
victoria.
Antes de que saliera el grano ya se ponían el parche y recordaban que Felipe
II no había mandado a su invencible escuadra a luchar contra los elementos.
Bajar, de salida, casi 6 puntos respecto a la intención de voto declarada en
España era mucho bajar. Una excepción propia de tierras que lindan con África,
irrepetible en el resto del territorio español que si estaba habitado por “la
gente”. Luis Alegre se encargó de avisar que en el monte andaluz no todo sería
orégano. Y el ínclito Iñigo Errejón, general de campaña, para compensar el
jarro de agua fría vino a Sevilla a levantar el ánimo de sus ya divididas
tropas: “…Porque
Andalucía ha sido, históricamente, la puerta abierta al cambio político en
España”
La puerta andaluza del cambio no se abrió. Las urnas
dieron un veredicto aún peor que la dulce derrota esperada: finalmente solo
acudieron a votar a PODEMOS el 9,4% del
Censo. Diez puntos menos que lo prometido por los encuestados del CIS en el
conjunto de España dos meses antes. Si Andalucía daba un apoyo tan bajo, ello
era inequívoca señal de que el resto de España compensaba con valores más altos aún que los previstos.
El avanzado y desarrollado norte, plagado de modernísimos núcleos urbanos, se
convertía en la salvaguarda de que PODEMOS enfilaba el camino a la Moncloa a
velocidad de crucero.
Andalucía y los andaluces se convertían en el chivo expiatorio lapidado en la Plaza Podemos
para lavar la grave ofensa inferida a la preclara vanguardia que había venido a
salvarnos de la corrupción y a introducirnos en la modernidad. Los andaluces
habíamos tenido la osadía de iniciar la ronda de elecciones rechazando su
salvífico ofrecimiento. Nos lo harían pagar caro… debieron pensar, a la vista
del bloqueo en el que los podemitas han trasmutado su programa de rescate
ciudadano y de lucha contra la emergencia habitacional que tan preocupada tuvo, en otras
fechas, a la lideresa andaluza Teresa Rodríguez.
La número cuatro del partido, la
más sabia gurú en cuestiones de encuestas y proyecciones, no dudó en tranquilizar a
sus huestes explicándoles el carácter excepcional del caso andaluz: no
se debía extrapolar el resultado de las andaluzas. Los dioses le conserven el oído. Porque la
vista (demoscópica) y el olfato (político) de Carolina Descansa parecen
irremisiblemente perdidos: Dos meses más tarde de las andaluzas, el porcentaje
de voto sobre el censo de las catorce comunidades autónomas en las que se han
celebrado elecciones, resulta ser del 9,5 %, casi exactamente el resultado de
Andalucía. Una décima más, para que el diablo no se ría de la mentira.
Es verdad que ahora la sorpresa ha
sido menor, porque Andalucía ya había templado los ánimos y ahora la expectativa
de salida estaba marcada por una IDV del 11,6%, casi dos puntos menos que en
Andalucía y 7,7% menos que en enero en toda España. Y además, la “aplastante victoria” de dos señoras que no son de
Podemos a las que apoyó Podemos en las dos grandes ciudades (“escenario
histórico de todos los grandes cambios…) ha contribuido a que se haya
hecho menos visible, el frenazo a las expectativas de PODEMOS que, entre enero
y mayo ha pasado de una Intención declarada de voto de 19,3% del Censo
(aproximadamente 6,6 millones de votos) a una colecta en urna diez puntos por
debajo de esa expectativa y un monto de 2,3 millones de votos.
El caudal de votos recogidos (2.386.941) está muy por debajo de todos
los indicadores demoscópicos dibujados por las encuestas pre-electorales de
abril: 3.371.168 españoles, la mitad
de los que prometieron votarlos en enero, hubiesen deseado que Podemos hubiese ganado
estas elecciones autonómicas, pero, a lo que se ve, confiaron al Espiritu Santo
la consecución de sus deseos, porque más de un millón de ellos, o no acudieron
a las urnas o, si lo hicieron, fue para votar otra opción. Bien es verdad que
de esos 3,3 millones de españoles, sólo 2,8 se declaran simpatizantes de
PODEMOS. Unos 500.000 desean verlos ganar, pero no simpatizan con ellos y no
acuden a votarlos. De los 2,8 millones de simpatizantes, 500.000 estaban
indecisos al empezar la campaña.
Y eso es lo extraño e increíble: que no hay
forma de explicarse cómo ningún simpatizante indeciso salió de la indecisión; cómo un millón de votos del propio caladero no ha ido a votarlos y cómo no han
llegado a chorros votantes de partidos colindantes instalados en la “vieja
política” para apoyar los programas de
“la nueva política” desplegada por los
“representantes de la gente”. Y menos explicable todavía, sabiendo que el mago
de las campañas, Iñigo Errejón, estaba encargado de hacer la llamada de sus
gentes al combate.
El poder de arrastre electoral, en
urna, de PODEMOS, manifestado a día de hoy, (mañana puede multiplicarse o
dividirse) es bastante limitado, de momento. Si seleccionamos entre su
parroquia a los feligreses más adictos, aquellos que no solo confiesan sus
activas simpatías al partido sino que se muestran firmemente dispuestos a
votarlo, encontramos a menudo que ni siquiera ellos acuden a votarlos.
En otro lugar, hemos mostrado que
el parámetro “Voto + Simpatia” puede
desglosarse en tres grupos que hemos denominado Desafectos (declaran que tienen intención de votar a un partido,
pero no simpatizan ni se sienten próximos a él); Afectos (se declaran simpatizantes y al mismo tiempo dispuestos a
votarlo) e Indecisos (que admiten su
simpatía pero no muestran decisión de votarlo). Al conjunto de los “afectos” a
la causa los hemos denominado base electoral consolidada y, por el
momento, consideramos que es la magnitud que expresa con mayor exactitud, en el
caso de Podemos, la cantidad de votos esperables en urna, que puede
establecerse a partir de los datos de una encuesta inmediata y previa a un proceso
electoral.
La tabla que incluimos a
continuación, muestra empíricamente la elevada coincidencia entre esa magnitud
y los resultados reales en las elecciones del 24 de mayo.
Comunidad
|
Desafectos
|
Indecisos
|
Afectos
|
Votantes
|
Afectos-Votantes
|
% Censo
|
NAVARRA
|
6.645
|
8.543
|
65.972
|
45.848
|
-20.124
|
-4,2
|
ASTURIAS
|
19.271
|
15.767
|
112.997
|
102.178
|
-10.819
|
-1,2
|
MADRID
|
92.720
|
111.264
|
547.047
|
587.949
|
40.902
|
0,9
|
ANDALUCIA
|
201.089
|
138.248
|
640.970
|
590.011
|
-50.959
|
-0,8
|
VALENCIA
|
72.630
|
76.088
|
311.271
|
279.596
|
-31.675
|
-0,9
|
ARAGON
|
16.673
|
22.558
|
91.212
|
135.554
|
44.342
|
4,5
|
BALEARES
|
6.649
|
19.209
|
67.972
|
62.868
|
-5.104
|
-0,7
|
MURCIA
|
24.741
|
13.855
|
72.243
|
83.133
|
10.890
|
1,1
|
EXTREMADURA
|
7.077
|
14.155
|
77.851
|
50.873
|
-26.978
|
-3,0
|
RIOJA
|
7.007
|
3.270
|
15.181
|
18.298
|
3.117
|
1,3
|
CANARIAS
|
30.377
|
24.302
|
104.801
|
132.159
|
27.358
|
1,8
|
CASTILLA-M
|
24.626
|
23.087
|
98.503
|
106.565
|
8.062
|
0,5
|
CASTILLA-L
|
28.040
|
22.032
|
126.181
|
163.637
|
37.456
|
1,9
|
CANTABRIA
|
5.051
|
7.807
|
28.472
|
28.272
|
-200
|
-0,0
|
TOTAL 14
|
542.596
|
500.184
|
2.360.673
|
2.386.941
|
26.268
|
0,1
|
Parece evidente que esta forma de
estimar el voto probable se ajusta bastante a la realidad y obtiene
estimaciones muy cercanas a las que ha propuesto el CIS en sus estudios
pre-electorales.
Esas estimaciones del CIS,
expresadas en porcentaje sobre el voto válido emitido, se insertan en el
siguiente cuadro, donde se les compara con los resultados reales:
Autonomía
|
Votos a PODEMOS
|
% de los válidos emitidos
|
Porcentaje estimado CIS
|
Diferencia
|
NAVARRA
|
45.848
|
13,7
|
19,9
|
-6,2
|
ASTURIAS
|
102.178
|
19,0
|
21,4
|
2,4
|
MADRID
|
587.949
|
18,6
|
17,3
|
-1,3
|
ANDALUCIA
|
590.011
|
14,8
|
19,2
|
-4,4
|
VALENCIA
|
279.596
|
11,2
|
16,5
|
-5,3
|
ARAGON
|
135.554
|
20,5
|
14,1
|
6,4
|
BALEARES
|
62.868
|
14,7
|
14,5
|
0,2
|
MURCIA
|
83.133
|
13,5
|
10,4
|
3,1
|
EXTREMADURA
|
50.873
|
8,0
|
11,6
|
-3,6
|
RIOJA
|
18.298
|
11,2
|
11,6
|
-0,4
|
CANARIAS
|
132.159
|
14,5
|
15,8
|
-1,3
|
CASTILLA-M
|
106.565
|
9,7
|
9,9
|
-0,2
|
CASTILLA-L
|
163.637
|
12,1
|
10,3
|
1,8
|
CANTABRIA
|
28.272
|
8,8
|
9,5
|
-0,7
|
Las urnas han sido hace pocos
días, una vez más, la prueba del algodón de las encuestas. En términos
generales, las encuestas del CIS ofrecen datos directos que muestran gran
coherencia con los resultados finales. Las estimaciones de la “cocina” de ese
organismo no se separan de modo significativo del veredicto de las urnas. Habrá que esperar al barómetro de Julio para
observar la evolución del voto y cómo le
afectará la política de pactos que aún no está resuelta.
Con los últimos datos fiables que
tenemos disponibles que son, el barómetro de Abril del CIS y los resultados electorales
del 24 de mayo, no es aventurado arriesgar que si las elecciones generales se
celebraran mañana, PODEMOS, que cuenta con una intención de voto del 13,6% del
Censo (4,7 millones de electores), obtendría según la estimación del CIS un
montante de votos que rondaría los 3,6 millones de votos, es decir, en torno al
10,5%. Pero ya sabemos que la estimación del CIS suele ser razonablemente
generosa y que la base electoral consolidada de Podemos, según los datos de ese
barómetro de Abril, es del 9,7% del Censo, equivalente a unos 3,4 millones de
votos.
Porcentaje del Censo
|
Intención Declarada de voto
(IDV)
|
Dimensión actual del entorno o “caladero”
(Voto+Simpatía)
|
Simpatía declarada
|
Estimación del CIS
|
16
|
13,6% del Censo
|
15,1% del Censo
|
11,2% del Censo
|
10,5% del Censo
|
15
|
Simpatizantes Indecisos
|
1,5%:
0,5 millones
|
||
14
|
3,6 millones
|
|||
13
|
Votantes declarados:
4,7 millones
|
Simpatizantes dispuestos a votar
Base Electoral Consolidada
|
9,7% del Censo
3,4 millones
|
|
12
|
||||
11
|
||||
10
|
||||
9
|
||||
8
|
||||
7
|
||||
6
|
||||
5
|
||||
4
|
||||
3
|
Desafectos o falsos votantes
|
3,9%:
1,3 millones
|
||
2
|
||||
1
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Esa generosidad en la evaluación
de las expectativas tiene, en efecto, una base razonable: no se puede descartar, a
priori, que esa fracción (500.000 censados) de simpatizantes indecisos (o al
menos una parte de ellos) se movilice en un momento dado y salga de la
indecisión acudiendo a las urnas para votarles, como ha sucedido en Asturias,
Aragón, Murcia y Castilla-León en las recientes autonómicas. Pero lo cierto es
que en el resto de las comunidades, el CIS ha admitido una hipotética movilización
de indecisos que no se ha producido, sino todo lo contrario, pues ni siquiera
ha acudido a votar toda la “Base Electoral Consolidada”, haciendo que sus
estimaciones queden por encima de los resultados reales.
En todo caso, las previsiones del
CIS se han acercado mucho a los resultados reales, porque sus expertos se han
decidido a descontar de la IDV (Intención Declarada de Voto) ese efecto burbuja
que le confiere la presencia de encuestados que prometen votar a Podemos
mientras declaran que no simpatizan ni se sienten próximos a esa formación.
Otras encuestadoras no parecen tener forma de medir ese efecto burbuja o han
decidido no considerarlo en su cocina y quizá por ello, publican estimaciones
aún más optimistas que las del CIS.
El valor medio de las encuestas,
actualizado por Political Markets a 7 de Junio, otorga a Podemos una estimación
media del 17,87% del voto válido frente al 16,5 estimado por el CIS en Abril. Son pocos votos. Muy pocos votos si se
pretende con ellos articular una mayoría parlamentaria para acceder al gobierno
del Estado. Ni solos ni en compañía de otros (confluencias a la izquierda del
PSOE) hay base electoral suficiente para sostener la ensoñación de asaltar los cielos.
Con esos votos se puede llegar a
participar en el gobierno de España y condicionarlo sin dirigirlo, mediante un consenso (consentimiento) con un
odiado PSOE al que se quiere derribar. Habrá que negociarlo cuando el PSOE es, todavía, el partido hegemónico para los votantes de izquierda. Y eso es una difícil y problemática opción, todavía abierta. Siempre, claro está, que la negociación no esté a cargo de la
estupefacta Teresa Rodríguez.