miércoles, 10 de junio de 2015

Ecuestas, Elecciones y Ensoñaciones. (I)

EL CASO DE PODEMOS

En España, como fruto probable de una cultivada ignorancia, se ha instalado el principio básico de “presunción de culpabilidad”, en virtud del cual, grupos de apreciable entidad pero minoritarios en cualquier caso, han venido a erigirse, unilateralmente, en expendedores de certificados de calidad: deciden sobre la honestidad de las personas imputadas y condenan a las que les parece oportuno antes de que hayan sido juzgadas, deciden acerca de la calidad democrática de las instituciones, pontifican sobre la legitimidad de los partidos, establecen líneas rojas que separan comportamientos éticos de los que no lo son y señalan las leyes y normas que deben ser obedecidas o desobedecidas.

En ese contexto global de deslegitimación del sistema de convivencia existente, los instrumentos de análisis que nos permiten estudiar y comprender la realidad circundante, tales como las estadísticas y las encuestas (y, en consecuencia, los Organismos oficiales que las producen, tales como el INE y el CIS) han venido sufriendo esa presunción de culpabilidad que les convierte en organismos sospechosos de manipulación,  cuyos productos “cocinados” son simples instrumentos de propaganda a favor del "sistema" por lo menos, cada vez que los datos que producen contradicen las expectativas mesiánicas, las ensoñaciones de estos grupos irredentos convertidos en redentores.

Pero al margen de dogmas y prejuicios, como dice un proverbio cervantino, que  Engels utilizó siglos más tarde “…la prueba del pudín está en comérselo”. La prueba del algodón de las encuestas son las elecciones. Las elecciones no engañan Y son ellas las que le dan el certificado de calidad a las encuestas. No son las encuestas, ni las corrientes de opinión inducida, en plazas reales o virtuales, las que legitiman los resultados electorales.

Con motivo de las elecciones autonómicas celebradas el pasado mes de mayo en trece comunidades, a las que se pueden añadir las elecciones anticipadas celebradas en marzo en Andalucía, hemos conocido el apoyo real en urna que tienen las distintas formaciones políticas en España, a falta de conocer lo que suceda en Cataluña, Galicia y País Vasco que suponen aproximadamente el 28% del censo electoral del estado. Para las 14 comunidades en las que ya conocemos resultados, analizaremos aquí los datos directos (NO COCINADOS) de las encuestas pre-electorales realizadas por el CIS y observaremos el grado de coincidencia  entre las estimaciones (COCINADAS) elaboradas por el CIS y los resultados reales de las votaciones.

Para empezar conviene resaltar que existen varios datos directos, sin cocinar, que proceden de las respuestas de los encuestados a varias preguntas, susceptibles de ser utilizados para conocer el volumen y las características del entorno de cada partido. Aclararemos que aquí llamamos entorno al conjunto de ciudadanos que manifiestan expresamente alguna forma de apoyo a un determinado partido. Es lo que otros analistas suelen llamar sin pudor “el caladero” donde “pesca” a sus votantes cada partido.

En las encuestas del CIS el perfil de ese “entorno” o “caladero” puede dibujarse a partir de cuatro datos que proceden de respuestas directas a tres preguntas:
  • ¿A qué partido o coalición votaría Ud. si las elecciones se celebrasen mañana? Es la IDV o Intención Declarada de Voto.
  • ¿por cuál de los siguientes partidos o coaliciones siente Ud. más simpatía o a cuál considera más cercano a sus propias ideas? Es lo que llamamos Simpatía global.
  • ¿qué partido o coalición le gustaría a Ud. que ganara las elecciones? Es lo que llamaremos Preferencia Declarada.

De la respuesta a la segunda pregunta, la relativa a la simpatía que suscita un determinado partido, el CIS extrae otro dato directo, no estimado, sino procedente de recuento, que le permite establecer el número de simpatizantes que aún no expresan abiertamente su decisión por un partido o coalición y se clasifican a sí mismos  como votantes en Blanco, Nulos, Abstencionistas, o en el grupo formado por los que No Saben o No Contestan. Se declaran simpatizantes de un Partido y por eso los incluimos en su “entorno” pero no han decidido votar a ese partido ni a ningún otro, razón por la que les llamamos simpatizantes indecisos.

El valor concreto que para estos datos directos arrojaron los sondeos pre-electorales del CIS en las 14 comunidades autónomas en las que se han celebrado elecciones, para el caso de PODEMOS, se recogen en la siguiente tabla:

AUTONOMIA
CENSO
IDV
SIMPATÍA
VOTO+SIMPATÍA.
PREFERENCIA
VOTO EN URNA
%
VOTOS
%
VOTOS
%
VOTOS
%
VOTOS
%
VOTOS
NAVARRA
474.621
15,3
72.617
15,7
74.515
17,1
81.160
17,3
82.109
9,7
45.848
ASTURIAS
875.947
15,1
132.268
14,7
128.764
16,9
148.035
17,4
152.415
11,7
102.178
MADRID
4.635.992
13,8
639.767
14,2
658.311
16,2
751.031
16,3
755.667
12,7
587.949
ANDALUCIA
6.284.016
13,4
842.058
12,4
779.218
15,6
980.306
15,8
992.875
9,4
590.011
VALENCIA
3.458.566
11,1
383.901
11,2
387.359
13,3
459.989
12,0
415.028
8,1
279.596
ARAGON
980.779
11,0
107.886
11,6
113.770
13,3
130.444
13,1
128.482
13,8
135.554
BALEARES
738.826
10,1
74.621
11,8
87.181
12,7
93.831
13,9
102.697
8,5
62.868
MURCIA
989.632
9,8
96.984
8,7
86.098
11,2
110.839
12,3
121.725
8,4
83.133
EXTREMADURA
884.669
9,6
84.928
10,4
92.006
11,2
99.083
11,0
97.314
5,8
50.873
RIOJA
233.552
9,5
22.187
7,9
18.451
10,9
25.457
9,8
22.888
7,8
18.298
CANARIAS
1.518.857
8,9
135.178
8,5
129.103
10,5
159.480
9,4
142.773
8,7
132.159
CASTILLA-M
1.539.107
8,0
123.129
7,9
121.589
9,5
146.215
8,8
135.441
6,9
106.565
CASTILLA-L
2.002.878
7,7
154.222
7,4
148.213
8,8
176.253
9,1
182.262
8,2
163.637
CANTABRIA
459.222
7,3
33.523
7,9
36.279
9,0
41.330
8,6
39.493
6,2
28.272
TOTAL
25.076.664
11,6
2.903.269
11,4
2.860.858
13,6
3.403.453
13,4
3.371.168
9,5
2.386.941

Como puede observarse todas las cifras que miden el “entorno” o grupo de población que explicita algún tipo de apoyo, es siempre, en todos los casos y en todas las comunidades, superior al valor de los votos recogidos en urna. Son las respuestas directas de los encuestados, sin cocina, las que sobrevaloran las expectativas de PODEMOS. El  CIS, pese a que reduce esas expectativas, todavía hace estimaciones por encima de la capacidad de arrastre real de este partido.

Antes de que empezase la campaña electoral, un 11,6% de un Censo integrado por 25 millones de electores, se mostraba decidido a votar a PODEMOS. Una expectativa inicial de 2,9 millones de votos era el horizonte de salida que los encuestados del CIS otorgaban a la formación de Pablo Iglesias. Dos meses antes, los andaluces habían anunciado una intención de voto del 13,8 % del Censo,  equivalente a 850.000 votantes en  Andalucía.

En la dirigencia de Podemos, hay mucho politólogo y sociólogo en ejercicio, que saben bien, aunque no lo confiesen por puro tacticismo, que las encuestas del CIS son muy buenas y sus métodos de estimación muy aceptables. Por ello, antes de las andaluzas, debieron comentar entre sí que la estimación del CIS para las andaluzas, un 19,2% del voto válido que equivalía al 12,6 % del Censo, era una previsión razonable que podría otorgarles un  mínimo de 21 o 22 escaños. Como la referencia, entonces,  era el barómetro de enero para las generales en toda España, que registraba una intención de voto del 19,3% del Censo, el Consejo Ciudadano se preparó para admitir los magros resultados de Andalucía y para explicar a su parroquia que Andalucía era una caso peculiar en el que se aminoraba ligeramente la meteórica carrera a la Moncloa.  

Había que asumir y explicar con naturalidad el resultado previsible en Andalucía: El “oportunismo” de Susana Díaz al convocar elecciones anticipadas les había cogido a traspié sin elecciones internas, sin órganos de dirección y sin programa; la “ruralidad” presunta de Andalucía; el “sobre-envejecimiento” pretendido de su población; el clientelismo servilmente aceptado por los andaluces,  se convirtieron en elementos del argumentario podemita para presentar el presumible fracaso andaluz como una decorosa victoria.  

Antes de que saliera el grano  ya se ponían el parche y recordaban que Felipe II no había mandado a su invencible escuadra a luchar contra los elementos. Bajar, de salida, casi 6 puntos respecto a la intención de voto declarada en España era mucho bajar. Una excepción propia de tierras que lindan con África, irrepetible en el resto del territorio español que si estaba habitado por “la gente”. Luis Alegre se encargó de avisar que en el monte andaluz no todo sería orégano. Y el ínclito Iñigo Errejón, general de campaña, para compensar el jarro de agua fría vino a Sevilla a levantar el ánimo de sus ya divididas tropas: “…Porque Andalucía ha sido, históricamente, la puerta abierta al cambio político en España”

La puerta andaluza del cambio no se abrió. Las urnas dieron un veredicto aún peor que la dulce derrota esperada: finalmente solo acudieron a votar a PODEMOS el  9,4% del Censo. Diez puntos menos que lo prometido por los encuestados del CIS en el conjunto de España dos meses antes. Si Andalucía daba un apoyo tan bajo, ello era inequívoca señal de que el resto de España compensaba  con valores más altos aún que los previstos. El avanzado y desarrollado norte, plagado de modernísimos núcleos urbanos, se convertía en la salvaguarda de que PODEMOS enfilaba el camino a la Moncloa a velocidad de crucero. 

Andalucía y los andaluces se convertían en el chivo expiatorio lapidado  en la Plaza Podemos para lavar la grave ofensa inferida a la preclara vanguardia que había venido a salvarnos de la corrupción y a introducirnos en la modernidad. Los andaluces habíamos tenido la osadía de iniciar la ronda de elecciones rechazando su salvífico ofrecimiento. Nos lo harían pagar caro… debieron pensar, a la vista del bloqueo en el que los podemitas han trasmutado su programa de rescate ciudadano y de lucha contra la emergencia habitacional que tan preocupada tuvo, en otras fechas, a la lideresa andaluza Teresa Rodríguez.

La número cuatro del partido, la más sabia gurú en cuestiones de encuestas y proyecciones, no dudó en tranquilizar a sus huestes explicándoles el carácter excepcional del caso andaluz: no se debía extrapolar el resultado de las andaluzas. Los dioses le conserven el oído. Porque la vista (demoscópica) y el olfato (político) de Carolina Descansa parecen irremisiblemente perdidos: Dos meses más tarde de las andaluzas, el porcentaje de voto sobre el censo de las catorce comunidades autónomas en las que se han celebrado elecciones, resulta ser del 9,5 %, casi exactamente el resultado de Andalucía. Una décima más, para que el diablo no se ría de la mentira.

Es verdad que ahora la sorpresa ha sido menor, porque Andalucía ya había templado los ánimos y ahora la expectativa de salida estaba marcada por una IDV del 11,6%, casi dos puntos menos que en Andalucía y 7,7% menos que en enero en toda España. Y además, la “aplastante victoria” de dos señoras que no son de Podemos a las que apoyó Podemos en las dos grandes ciudades (“escenario histórico de todos los grandes cambios…) ha contribuido a que se haya hecho menos visible, el frenazo a las expectativas de PODEMOS que, entre enero y mayo ha pasado de una Intención declarada de voto de 19,3% del Censo (aproximadamente 6,6 millones de votos) a una colecta en urna diez puntos por debajo de esa expectativa y un monto de 2,3 millones de votos.

El caudal de votos recogidos (2.386.941) está muy por debajo de todos los indicadores demoscópicos dibujados por las encuestas pre-electorales de abril: 3.371.168 españoles, la mitad de los que prometieron votarlos en enero,  hubiesen deseado que Podemos hubiese ganado estas elecciones autonómicas, pero, a lo que se ve, confiaron al Espiritu Santo la consecución de sus deseos, porque más de un millón de ellos, o no acudieron a las urnas o, si lo hicieron, fue para votar otra opción. Bien es verdad que de esos 3,3 millones de españoles, sólo 2,8 se declaran simpatizantes de PODEMOS. Unos 500.000 desean verlos ganar, pero no simpatizan con ellos y no acuden a votarlos. De los 2,8 millones de simpatizantes, 500.000 estaban indecisos al empezar la campaña. 

Y eso es lo extraño e increíble: que no hay forma de explicarse cómo ningún simpatizante indeciso salió de la indecisión; cómo un millón de votos del propio caladero no ha ido a votarlos y cómo no han llegado a chorros votantes de partidos colindantes instalados en la “vieja política”  para apoyar los programas de “la nueva política” desplegada por  los “representantes de la gente”. Y menos explicable todavía, sabiendo que el mago de las campañas, Iñigo Errejón, estaba encargado de hacer la llamada de sus gentes al combate.

El poder de arrastre electoral, en urna, de PODEMOS, manifestado a día de hoy, (mañana puede multiplicarse o dividirse) es bastante limitado, de momento. Si seleccionamos entre su parroquia a los feligreses más adictos, aquellos que no solo confiesan sus activas simpatías al partido sino que se muestran firmemente dispuestos a votarlo, encontramos a menudo que ni siquiera ellos acuden a votarlos.

En otro lugar, hemos mostrado que el parámetro “Voto  + Simpatia” puede desglosarse en tres grupos que hemos denominado Desafectos (declaran que tienen intención de votar a un partido, pero no simpatizan ni se sienten próximos a él); Afectos (se declaran simpatizantes y al mismo tiempo dispuestos a votarlo) e Indecisos (que admiten su simpatía pero no muestran decisión de votarlo). Al conjunto de los “afectos” a la causa los hemos denominado base electoral consolidada y, por el momento, consideramos que es la magnitud que expresa con mayor exactitud, en el caso de Podemos, la cantidad de votos esperables en urna, que puede establecerse a partir de los datos de una encuesta inmediata y previa a un proceso electoral.

La tabla que incluimos a continuación, muestra empíricamente la elevada coincidencia entre esa magnitud y los resultados reales en las elecciones del 24 de mayo.

Comunidad
Desafectos
Indecisos
Afectos
Votantes
Afectos-Votantes
% Censo
NAVARRA
6.645
8.543
65.972
45.848
-20.124
-4,2
ASTURIAS
19.271
15.767
112.997
102.178
-10.819
-1,2
MADRID
92.720
111.264
547.047
587.949
40.902
0,9
ANDALUCIA
201.089
138.248
640.970
590.011
-50.959
-0,8
VALENCIA
72.630
76.088
311.271
279.596
-31.675
-0,9
ARAGON
16.673
22.558
91.212
135.554
44.342
4,5
BALEARES
6.649
19.209
67.972
62.868
-5.104
-0,7
MURCIA
24.741
13.855
72.243
83.133
10.890
1,1
EXTREMADURA
7.077
14.155
77.851
50.873
-26.978
-3,0
RIOJA
7.007
3.270
15.181
18.298
3.117
1,3
CANARIAS
30.377
24.302
104.801
132.159
27.358
1,8
CASTILLA-M
24.626
23.087
98.503
106.565
8.062
0,5
CASTILLA-L
28.040
22.032
126.181
163.637
37.456
1,9
CANTABRIA
5.051
7.807
28.472
28.272
-200
-0,0
TOTAL 14
542.596
500.184
2.360.673
2.386.941
26.268
0,1


Parece evidente que esta forma de estimar el voto probable se ajusta bastante a la realidad y obtiene estimaciones muy cercanas a las que ha propuesto el CIS en sus estudios pre-electorales.

Esas estimaciones del CIS, expresadas en porcentaje sobre el voto válido emitido, se insertan en el siguiente cuadro, donde se les compara con los resultados reales:

Autonomía
Votos a PODEMOS
% de los válidos emitidos
Porcentaje estimado CIS
Diferencia
NAVARRA
45.848
13,7
19,9
-6,2
ASTURIAS
102.178
19,0
21,4
2,4
MADRID
587.949
18,6
17,3
-1,3
ANDALUCIA
590.011
14,8
19,2
-4,4
VALENCIA
279.596
11,2
16,5
-5,3
ARAGON
135.554
20,5
14,1
6,4
BALEARES
62.868
14,7
14,5
0,2
MURCIA
83.133
13,5
10,4
3,1
EXTREMADURA
50.873
8,0
11,6
-3,6
RIOJA
18.298
11,2
11,6
-0,4
CANARIAS
132.159
14,5
15,8
-1,3
CASTILLA-M
106.565
9,7
9,9
-0,2
CASTILLA-L
163.637
12,1
10,3
1,8
CANTABRIA
28.272
8,8
9,5
-0,7





Las urnas han sido hace pocos días, una vez más, la prueba del algodón de las encuestas. En términos generales, las encuestas del CIS ofrecen datos directos que muestran gran coherencia con los resultados finales. Las estimaciones de la “cocina” de ese organismo no se separan de modo significativo del veredicto de las urnas.  Habrá que esperar al barómetro de Julio para observar la evolución del voto y cómo  le afectará la política de pactos que aún no está resuelta.

Con los últimos datos fiables que tenemos disponibles que son, el barómetro de Abril del CIS y los resultados electorales del 24 de mayo, no es aventurado arriesgar que si las elecciones generales se celebraran mañana, PODEMOS, que cuenta con una intención de voto del 13,6% del Censo (4,7 millones de electores), obtendría según la estimación del CIS un montante de votos que rondaría los 3,6 millones de votos, es decir, en torno al 10,5%. Pero ya sabemos que la estimación del CIS suele ser razonablemente generosa y que la base electoral consolidada de Podemos, según los datos de ese barómetro de Abril, es del 9,7% del Censo, equivalente a unos 3,4 millones de votos.






Porcentaje del Censo
Intención Declarada de voto
(IDV)
Dimensión actual del entorno o “caladero”
(Voto+Simpatía)
Simpatía declarada
Estimación del CIS
16
13,6% del Censo
15,1% del Censo
11,2% del Censo
10,5% del Censo
15

Simpatizantes Indecisos
1,5%:
 0,5 millones

14

3,6 millones
13
Votantes declarados:
4,7 millones
Simpatizantes dispuestos a votar
Base Electoral Consolidada

9,7% del Censo
3,4 millones
12
11
10
9
8
7
6
5
4
3
Desafectos o falsos votantes
3,9%:
1,3 millones

2

1



Esa generosidad en la evaluación de las expectativas tiene, en efecto,  una base razonable: no se puede descartar, a priori, que esa fracción (500.000 censados) de simpatizantes indecisos (o al menos una parte de ellos) se movilice en un momento dado y salga de la indecisión acudiendo a las urnas para votarles, como ha sucedido en Asturias, Aragón, Murcia y Castilla-León en las recientes autonómicas. Pero lo cierto es que en el resto de las comunidades, el CIS ha admitido una hipotética movilización de indecisos que no se ha producido, sino todo lo contrario, pues ni siquiera ha acudido a votar toda la “Base Electoral Consolidada”, haciendo que sus estimaciones queden por encima de los resultados reales.

En todo caso, las previsiones del CIS se han acercado mucho a los resultados reales, porque sus expertos se han decidido a descontar de la IDV (Intención Declarada de Voto) ese efecto burbuja que le confiere la presencia de encuestados que prometen votar a Podemos mientras declaran que no simpatizan ni se sienten próximos a esa formación. Otras encuestadoras no parecen tener forma de medir ese efecto burbuja o han decidido no considerarlo en su cocina y quizá por ello, publican estimaciones aún más optimistas que las del CIS.


El valor medio de las encuestas, actualizado por Political Markets a 7 de Junio, otorga a Podemos una estimación media del 17,87% del voto válido frente al 16,5 estimado por el CIS en Abril. Son pocos votos. Muy pocos votos si se pretende con ellos articular una mayoría parlamentaria para acceder al gobierno del Estado. Ni solos ni en compañía de otros (confluencias a la izquierda del PSOE) hay base electoral suficiente para sostener la ensoñación de  asaltar los cielos. 

Con esos votos se puede llegar a participar en el gobierno de España y condicionarlo sin dirigirlo, mediante un consenso (consentimiento) con un odiado PSOE al que se quiere derribar. Habrá que negociarlo cuando el PSOE es, todavía, el partido hegemónico para los votantes de izquierda. Y eso es una difícil y problemática opción, todavía abierta. Siempre, claro está, que la negociación no esté a cargo de la estupefacta Teresa Rodríguez.