sábado, 19 de julio de 2014

Subiendo al carro del vencedor

LOS ANTECEDENTES CERCANOS.

Entre el 24 de enero y el 15 de febrero de 2004, el CIS realizó una macro encuesta (Estudio nº 2555, con 24.109 entrevistas, cuando lo habitual en los barómetros es utilizar una muestra de unas 2.500) para realizar el estudio Pre-electoral relativo a los comicios que habrían de celebrarse un mes más tarde, el 14 de marzo, para elegir diputados y senadores en el parlamento español y diputados autonómicos en el parlamento andaluz. A raíz de esas encuestas el CIS elaboró una estimación de voto para el congreso que arrojó las siguientes cifras:

Partidos
Voto Directo en Encuesta
Estimación de voto CIS
Escaños
En % del Censo
En % del Voto Válido
Número
PP
26,2
42,2
176
PSOE
22,8
35,5
131
IU
4,0
6,6
10
CIU
2,1
3,7
12
ERC
1,5
1,9
6
PNV
0,8
1,8
7
BNG
0,5
1,2
3
CC
0,4
1,0
3
EA
0,1
O,5
1
CHA
0,1
0,3
1
OTROS
1,5
3,5
-
EN BLANCO
2,2
1,8

ABSTENCIÓN
6,8


NO SABE
23,6


NO CONTESTA
7,4



Obsérvese que el voto directo en la encuesta se expresa en porcentaje sobre el total del Censo Electoral, lo que significa que con cifras sin “cocinar” se mostraban dispuestos a votar al PP 9.057.819 de electores, al PSOE 7.882.377 ciudadanos y 1.382.873 a IU.

Una vez “cocinados” esos datos, es decir una vez tenidos en cuenta los factores básicos de corrección,  las simpatías, el voto oculto y otras variables de menor entidad, el CIS estimó que participarían en las elecciones el 75.1 de los censados, es decir,  25.963.445, de los cuales,  10.956.573, (el 42.2 %) irían a parar al PP, 9.217.022 (el 35.5%) al PSOE y 1.713.587 (el 6.6%) a IU.

La previsión no coincidió con el recuento en las urnas:

Candidatura
Estimación en votos
Estimación en %
Estimación en escaños
Votos obtenidos
%
Escaños
PP
10.956.573
42.2
176
9.763.144
37.7
148
PSOE
9.217.022
35.5
131
11.026.163
42.7
164
IU
1.713.587
6.6
10
1.284.081
4.96
5


Pero nadie puso en duda la solvencia demoscópica del CIS. El PSOE no montó en cólera, ni acusó de manipulación a los responsables del CIS porque le habían estimado 1.800.000 votos menos de los que acabaron dándole los ciudadanos. IU, a quien la estimación del CIS le había otorgado más de 400.000 votos por encima del resultado real, no puso en duda la profesionalidad e imparcialidad del CIS. Y el PP aceptó la estimación del CIS tan a pie y juntillas, que lo que puso en duda fue el resultado electoral, casi como si las previsiones del CIS fuesen el elemento de legitimación de los resultados y no al contrario.

La realidad es que todo el mundo entendió enseguida lo que había sucedido: los atentados de 11 de marzo, tres días antes de las votaciones le habían dado la vuelta a las encuestas. La intención directa de voto al PSOE, que en febrero no llegaba a los 8 millones de votos, se transformó en las urnas en más de 11 millones. Más de tres millones de ciudadanos cambiaron su intención de voto en unos días. No era un error en la estimación del CIS. Simplemente, la realidad y la opinión de los españoles habían cambiado bruscamente en 48 horas.

El estudio post-electoral (Estudio nº 2559) explica a la perfección la diferencia entre el voto estimado y el voto emitido:

  •     El 21,5% del Censo electoral (7.432.943 electores) admitieron que se vieron muy influenciados o bastante influenciados por los atentados del 11M a la hora de emitir su voto.
  •    Un 6,2% del Censo electoral (2.143.453 censados) confesaron haber cambiado la decisión de abstenerse por la de votar.
  •         Un 3,8% del Censo (1.313.729 ciudadanos) que estaban decididos a votar, cambiaron el sentido de su voto y lo hicieron por un partido diferente al que tenían previsto..

Cualquiera puede hacer unas sencillas operaciones para apreciar que la suma de los abstencionistas que decidieron votar, más los votantes que cambiaron de partido, arroja una cifra de 3.457.182 votos.  Si sumamos esta cifra a los 7.882.377 de ciudadanos que ya tenían pensado votar al PSOE, tenemos 11.339.559 votos, cifra muy parecida a la de votantes que apoyaron al PSOE en las urnas.

Los atentados del 11M habían provocado una tormenta política que hizo cambiar en poco tiempo el panorama político- electoral. El 10,6% del Censo, admitió que había decidido su voto después de los atentados.

Preguntado el conjunto de los electores censados, al 39,6% le pareció buena, o muy buena, la campaña electoral del PSOE, llegando hasta el 43,6% los que valoraron la campaña de Zapatero como buena o muy buena.

Eso sí: casi nadie quiso renunciar al mérito de haber participado en aquel histórico “sorpasso” en el que 3 millones de votantes habían dado la vuelta a las encuestas entregando el gobierno a quien estaba previsto que fuese la oposición. Aunque hacía pocos días que se habían celebrado las elecciones, la gente las “recordaba” de un modo muy distinto a como habían sucedido:


Partido
Recuerdo de voto
% del Censo
Voto en urnas
% del Censo
PP
7.879.611
22,8
9.763.144
28,2
PSOE
12.990.711
37,6
11.026.163
31,9
IU
1.369.044
3,9
1.284.081
3,7
OTROS
3.146.036
9,1
4.118.048
11,8
NS/NC
5.050.253
14,6
-
-
TOTAL PARTICIPACIÓN
30.423.211
88.0
26.155.436
75,6
ABSTENCIÓN
4.148.620
12.0
8.435.526
24,4
TOTAL CENSO
34.571.831
100.0
34.571.831
100,0

El famoso efecto BANDWAGON[1]  había hecho acto de presencia de modo arrollador. 



El retórico slogan ¿Quién ha sido? había logrado cambiar la decisión de voto de más de tres millones de ciudadanos. Pero una vez conocidos los resultados, fueron muchos los que no quisieron reconocer que no habían formado parte de aquel acontecimiento: más de 4 millones de abstencionistas habituales, que esta vez tampoco acudieron a las urnas, recordaban, no obstante, pocos días más tarde, que ellos, por supuesto, también habían ido a votar. Casi dos millones de personas que no habían votado al PSOE, afirmaron haberlo hecho. 

En menos de un mes, el PSOE que había iniciado la campaña con un potencial de algo menos de 8 millones de votantes, salió de las elecciones con tres millones más y unos días más tarde, 13 millones de españoles se reclamaban ya votantes del PSOE de Zapatero. Gente que no había tenido nada que ver con el cambio, se apresuraba a subirse al carro del ganador.

El efecto de la moda no se quedaba ahí. Las elecciones habían sido a mediados de marzo y en el barómetro de julio, la euforia aún no se había calmado:
  •    Los encuestados durante el mes de junio expresaban  una intención directa de voto del 39,2% del censo (13.552.157 votantes).
  •         EL Voto + Simpatía hacia el PSOE alcanzaba el 42,2 % (14.589.312)
  •         En ambos parámetros, el PSOE sacaba más de 20 puntos de ventaja, doblando las expectativas de su inmediato seguidor, el PP, y multiplicaba por 9 los apoyos a la tercera fuerza que era Izquierda Unida.

Pero los expertos funcionarios del CIS no se dejaron arrastrar por aquellas apariencias y no se rindieron al efecto “Bandwagon”:  en el caso de celebrarse una elecciones en ese momento, y aplicando sus habituales modelos de cálculo, estimaron que en esas hipotéticas elecciones, participarían solo 23.647.132  de electores y que de ellos, el 44% (es decir, la más modesta cifra de 10.404.738 ciudadanos votarían por el PSOE). Cuatro millones de votos menos que los que se deducían de las promesas de voto y simpatías que se prodigaban en aquellos días.

Aunque los votantes del PSOE estaban entonces, como ahora, integrados mayoritariamente por clase obrera con los niveles de estudios más bajos, los politólogos, sociólogos y otros expertos que abundaban entre sus cuadros, debieron recomendar a sus bases y a los medios de comunicación afines, que no hiciesen  el ridículo lanzando diatribas y sombras de sospechas de manipulación contra el CIS, solo porque en sus “cocinas” se habían perdido nada menos que cuatro millones de votos. Nadie levantó la voz contra un presunto fraude. Esos expertos del PSOE, sabían que el CIS hacía (y sigue haciendo pese a lo que diga algún ‘Mortadelo’ en el Congreso) un trabajo solvente, profesional y fiable.

Aquellas hipotéticas elecciones, estimadas en julio de 2004, no se celebraron hasta marzo de 2008. El PSOE obtuvo el 43,87 % de los votos emitidos. Un resultado, como se observará, disparatadamente desviado del 44% estimado por el CIS, casi cuatro años antes. 





[i] El Efecto Bandwagon, también conocido como el efecto de arrastre, "efecto de la moda", de "subirse al carro" o "efecto banda-carroza" y relacionado cercanamente al oportunismo, es la observación de que a menudo las personas hacen y creen ciertas cosas fundándose en el hecho de que muchas otras personas hacen y creen en esas mismas cosas. El efecto es peyorativamente llamado comportamiento gregario, particularmente cuando es aplicado a los adolescentes. Las personas tienden a seguir a la multitud sin examinar los méritos de una cosa en particular. El efecto Bandwagon es la razón del éxito del Argumentum ad populum.

El efecto Bandwagon está bien documentado en psicología conductual y tiene muchas aplicaciones. La regla general es que las conductas o creencias se propagan entre la gente, como claramente sucede con las modas, con "la probabilidad de que los individuos la adopten incremente con la proporción de quienes ya lo han hecho."  Mientras más gente lleguen a creer en algo, otros también se subirán al carro sin importar la evidencia subyacente. 

Tomado literalmente de Wikipedia : http://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_arrastre