EL CASO DEL PSOE.
Los parámetros demoscópicos que
nos permiten evaluar las dimensiones y características del entorno o “caladero” de un partido, pueden ser utilizados también para evaluar
las expectativas electorales del PSOE y comparar los resultados y estimaciones
de las encuestas con los resultados arrojados por las urnas.
AUTONOMIA
|
CENSO
|
IDV
|
SIMPATÍA
|
IDV + SIMPATÍA
|
PREFERENCIA
|
VOTOS EN URNA
|
|||||
%
|
VOTOS
|
%
|
VOTOS
|
%
|
VOTOS
|
%
|
VOTOS
|
%
|
VOTOS
|
||
NAVARRA
|
474.621
|
6,6
|
31.325
|
8,7
|
41.292
|
8,6
|
40.817
|
9
|
42.716
|
9,5
|
44.916
|
ASTURIAS
|
875.947
|
20,1
|
176.065
|
25,7
|
225.118
|
26,2
|
229.498
|
23,8
|
208.475
|
16,2
|
142.080
|
MADRID
|
4.635.992
|
11,6
|
537.775
|
16
|
741.759
|
15,8
|
732.487
|
16,6
|
769.575
|
17,4
|
804.692
|
ANDALUCIA
|
6.284.016
|
25,5
|
1.602.424
|
32,9
|
2.067.441
|
32
|
2.010.885
|
28,3
|
1.778.377
|
22,4
|
1.409.042
|
VALENCIA
|
3.458.566
|
11,9
|
411.569
|
17
|
587.956
|
16,4
|
567.205
|
16,7
|
577.581
|
14,6
|
505.186
|
ARAGON
|
980.779
|
13
|
127.501
|
19,2
|
188.310
|
18,8
|
184.386
|
25,1
|
246.176
|
14,4
|
141.528
|
BALEARES
|
738.826
|
13,3
|
98.264
|
18,5
|
136.683
|
18,7
|
138.160
|
19,4
|
143.332
|
11,0
|
81.073
|
MURCIA
|
989.632
|
12,7
|
125.683
|
17,5
|
173.186
|
17,7
|
175.165
|
17,3
|
171.206
|
15,3
|
151.504
|
EXTREMADURA
|
884.669
|
26,4
|
233.553
|
33,1
|
292.825
|
34,3
|
303.441
|
34,4
|
304.326
|
29,9
|
264.364
|
RIOJA
|
233.552
|
11,8
|
27.559
|
15,7
|
36.668
|
16,2
|
37.835
|
14,5
|
33.865
|
18,6
|
43.536
|
CANARIAS
|
1.518.857
|
11,5
|
174.669
|
16,7
|
253.649
|
15,7
|
238.461
|
16,1
|
244.536
|
11,9
|
180.669
|
CASTILLA-M
|
1.539.107
|
14,9
|
229.327
|
19,5
|
300.126
|
20,6
|
317.056
|
20,3
|
312.439
|
25,7
|
395.544
|
CASTILLA-L
|
2.002.878
|
12,5
|
250.360
|
17,3
|
346.498
|
17
|
340.489
|
17,3
|
346.498
|
17,5
|
351.057
|
CANTABRIA
|
459.222
|
10
|
45.922
|
15,2
|
69.802
|
14,5
|
66.587
|
14,2
|
65.210
|
9,8
|
44.855
|
14 AUTONOMIAS
|
25.076.664
|
16,2
|
4.071.996
|
21,8
|
5.461.312
|
21,5
|
5.382.474
|
20,9
|
5.244.310
|
18,2
|
4.560.046
|
Esa es, seguramente, la razón por
la que muchos podemitas se indignan y expresan su incredulidad, a la vez que
hacen innecesario alarde de su ignorancia, en las redes, mostrándose incapaces
de comprender que, por muy directo y sin cocinar que sea el dato de la IDV, no
es un dato válido en sí mismo para estimar el volumen de votos que obtendrá un
partido y que el resultado que arrojan las urnas difícilmente coincidirá con
esa IDV aunque, en ocasiones, también puede suceder.
En las condiciones actuales, la
IDV de PODEMOS en las encuestas tiende a ser superior a los resultados reales.
Los encuestados inflan con sus respuestas las expectativas de PODEMOS. Por el
contrario, la IDV del PSOE, viene siendo inferior a los resultados en urna:
siempre acaban votándoles muchos más electores de los que prometen hacerlo en
las encuestas. Gentes que simpatizan abiertamente con ese partido, no se
muestran decididos a votarles pero
finalmente, al menos una parte, lo votan, por lo que las respuestas directas de
los encuestados tienden a minusvalorar la expectativa de voto a los
socialistas.
El cuadro anterior certifica con
toda claridad que no estamos haciendo una interpretación, sino una simple
lectura directa de los datos. En el post anterior, veíamos que PODEMOS partía
de una expectativa inicial del 11,6% del Censo Electoral, pero solo obtuvo el 9,5%,
2,1% menos de lo anunciado por la IDV. En este cuadro observamos que la
expectativa del PSOE para las autonómicas (IDV) era del 16,2% del Censo, pero
le votaron el 18,2% de los electores. De este modo, mientras que la distancia
entre ambos partidos en las encuestas era solo del 4,6% del Censo, a favor del
PSOE, la distancia en urna se transformaba en una diferencia del 8,7% del
Censo, en favor de los socialistas.
El comportamiento de los dos
entornos es muy diferente. Mientras en el entorno de PODEMOS suelen fallar dos
importantes grupos, el de los Desafectos y el de los Indecisos a la hora de ir
a votar, puesto que no acude prácticamente ninguno de ellos, en el caso del
PSOE, un sector importante de su numeroso ejército de simpatizantes indecisos,
se moviliza y acaba yendo a votarlos.
El siguiente cuadro nos permite
analizar el parámetro “IDV+Simpatia” y descomponerlo en sus elementos
constituyentes (Desafectos, Afectos e Indecisos) y ponderar la importancia que
tiene cada uno de ellos en el volumen de voto estimable.
AUTONOMIA
|
Desafectos
|
Indecisos
|
Afectos
|
Votos Urna
|
Afectos -votantes
|
%del Censo
|
NAVARRA
|
475
|
9.492
|
31.325
|
44.916
|
13.591
|
2,86
|
ASTURIAS
|
4.380
|
53.433
|
171.686
|
142.080
|
29.606
|
3,38
|
MADRID
|
9.272
|
194.712
|
537.775
|
804.692
|
266.917
|
5,76
|
ANDALUCIA
|
56.556
|
408.461
|
1.602.424
|
1.409.042
|
193.382
|
3,08
|
VALENCIA
|
20.751
|
155.635
|
411.569
|
505.186
|
93.617
|
2,71
|
ARAGON
|
3.923
|
56.885
|
127.501
|
141.528
|
14.027
|
1,43
|
BALEARES
|
1.478
|
39.897
|
96.786
|
81.073
|
15.713
|
2,13
|
MURCIA
|
1.979
|
49.482
|
123.704
|
151.504
|
27.800
|
2,81
|
EXTREMADURA
|
10.616
|
69.889
|
222.937
|
264.364
|
41.427
|
4,68
|
RIOJA
|
1.168
|
10.276
|
26.391
|
43.536
|
17.145
|
7,34
|
CANARIAS
|
15.189
|
63.792
|
174.669
|
180.669
|
6.000
|
0,40
|
CASTILLA-M
|
16.930
|
87.729
|
212.397
|
395.544
|
183.147
|
11,90
|
CASTILLA-L
|
6.009
|
90.130
|
250.360
|
351.057
|
100.697
|
5,03
|
CANTABRIA
|
3.215
|
20.665
|
45.922
|
44.855
|
1.067
|
0,23
|
TOTAL
14
|
78.838
|
1.310.477
|
4.071.996
|
4.560.046
|
488.050
|
1,9
|
Cuando el número de simpatizantes
dispuestos a votar es menor que la IDV, la columna de los desafectos arroja
números positivos que indican una sobrevaloración probable de la intención de
voto. Por el contrario, cuando el número de los simpatizantes dispuestos a
votar es superior al número de los han prometido votar, la cifra resultante
será negativa porque una parte de esos simpatizantes están dispuestos a votar, pero no
al partido con el que simpatizan, sino a otros partidos distintos.
Por
ello las cifras en rojo de esa primera columna del cuadro representan simpatizantes que, en el momento
de responder a la encuesta, amenazan
fuga del PSOE y declaran que están decididos a votar a otros partidos. Quizá deba subrayarse el hecho de que las 2/3
partes de ese “voto fugado” se concentra en Andalucía.
Por lo que respecta a las cifras
contenidas en la quinta columna, la
lectura debe hacerse de modo idéntico a como lo hacíamos en el caso de PODEMOS:
las cifras negativas, resaltadas en rojo, significan que los votantes en urna
han sido superiores en número a los que habían prometido votar. Durante la
campaña se ha conseguido no sólo que vote toda la base electoral consolidada
(Simpatizantes dispuestos a votar) sino que se ha conseguido arrastrar a muchos
de los indecisos o no se han llegado a materializar las fugas previsibles. El PSOE ha ganado casi medio millón de votos
en el conjunto de las 14 autonomías como consecuencia de ese proceso de ruptura
de la indecisión durante la campaña.
Parece conveniente subrayar el
hecho de que si no se ha alcanzado una cifra de votos cercana a la máxima
expectativa posible (IDV+Simpatía) es porque algunas comunidades, no solo no
han podido movilizar el voto de sus indecisos, sino que han perdido importantes
cantidades de votantes que ya estaban predispuestos a apoyarlos antes del
comienzo de la campaña.
Espero que los analistas del PSOE
puedan darse a sí mismos una explicación que sea capaz de ir más allá de aludir
al desgaste del partido en las comunidades en las que gobernaba. Por mi parte
me limitaré a subrayar la significativa realidad de que, si Andalucía y Asturias hubiesen conseguido
mantener en su intención de votar a los que ya estaban convencidos de hacerlo
antes de empezar la campaña, el PSOE habría obtenido unos 225.000 votos más de
los que obtuvo. Cifra que se habría elevado a casi 150.000 votos más si
asturianos y andaluces hubiesen sabido movilizar indecisos en cuantía similar al 2% del Censo que consiguió, de media, el
partido en las 14 comunidades en las que ha habido elecciones: 375.000 votos
que han faltado en estas dos comunidades, sobre todo (325.000) en Andalucía, le
hubiese supuesto al PSOE rozar los 5 millones de votos en las 14 comunidades
convocadas y, seguramente, la mayoría absoluta en Andalucía.
Suele hablarse con demasiada
ligereza de la fortaleza del PSOE en Andalucía, tanto dentro como fuera del
partido. Los hooligans de PODEMOS quitaban importancia a sus resultados de
Andalucía, presentando a esta comunidad como
una excepción en la que el PSOE es anómalamente fuerte y batían palmas de esperanzada alegría, dando
por sentado que el PSOE, en el resto de España es mucho más débil. No es
verdad. Lo que muestran las cifras que acabamos de analizar, es que si en algún
lugar de España se retrasa la
recuperación del PSOE ese lugar es Andalucía.
Ya sé que suena a disparate, después de las victorias en autonómicas y
municipales que se exhiben con escaso sentido autocrítico por parte de los
“susaneros” como la muestra inequívoca de que el camino emprendido por la
federación andaluza es el correcto.
Viene siendo muy común que los
militantes del PSOE más activos en las redes, estando como están, fragmentados en facciones y
banderías, utilicen encuestas y resultados electorales con escaso rigor, como
armas arrojadizas contra sus adversarios dentro del propio partido. Pero habrá
que decir a los susaneros, que lanzan sutiles dardos envenenados, haciendo ver
que en las últimas elecciones el PSOE ha perdido 700.000 votos, que ellos
tienen casi el 50% de la responsabilidad de esas pérdidas. Parapetados en sus
reiteradas victorias, como si ellos no tuviesen nada que ver en esa pérdida,
parecen estar diciendo: ¡Pedro!, que no remontas…
No hay un solo sector crítico, de
los muchos que han florecido en el PSOE durante la crisis, que no exhiba alguna
reflexión sobre las encuestas o los resultados, usándola para argumentar su
particular ensoñación: la perdida de Parla ha sido usada por parte de los “tomasinos” (la
guardia pretoriana de Tomás Gómez) como
si fuera la pérdida de Alhama en la Guerra de Granada, como arma arrojadiza
contra Simancas y Pedro Sánchez, sin reparar que los 500.000 madrileños que
habían declarado su intención de votar al PSOE, se han convertido en 800.000, para apoyar a la candidatura de Angel
Gabilondo impuesta por la dirección, recuperando 300.000 votos que 30 días antes se paseaban indecisos por las
“tapias” que lindan con Izquierda Socialista, deshojando la margarita de si
debían votar al Partido Socialista o acudir a las llamadas de los “talegueros”
para “confluir” con la izquierda verdadera, republicana y frente-populista.
Pero al margen de este deplorable
escenario de puñaladas traperas donde se desarrolla la vida cotidiana de todos los partidos de
izquierdas; al margen de este todos contra todos a ver quién es
más de izquierdas, más demócrata, más listo, más puro y más honrado, los datos relativos a lo que quiere y vota el entorno socialista, son
susceptibles de una lectura menos sectaria y más global: el punto de partida
del PSOE no son las elecciones de 2011. Ese es el punto más bajo de sus
resultados electorales, sí. Pero no el punto más bajo de sus expectativas.
El
barómetro de abril del 2011 concedía al PSOE una intención directa de voto del
20,5 del Censo (7,1 millones de votos) para las elecciones generales. En
noviembre, el PSOE obtuvo ese resultado. Pero no fue en ese estado en el que
Rubalcaba entregó el partido a su sucesor. Antes de que se celebrase el
Congreso extraordinario de Julio de 2014, aún no hace un año, se publicaba el
barómetro del CIS de ese mismo mes y la IDV marcaba una expectativa de voto del
10,6 % del Censo (3,7 millones de votos). PODEMOS, recién nacido en las
europeas de mayo, tenía una expectativa del 11,9% (4,2 millones de votos). Ese
y no otro es el punto de partida. Esa y no otra fue la herencia recibida por la
nueva ejecutiva federal: un PSOE dividido, noqueado y desorientado, al borde de
la desaparición o al menos, de la irrelevancia, frente a una formación recién nacida en el seno de la izquierda, que ya le superaba en intención de voto.
En menos de un año, el PSOE ha
pasado de una IDV del 10,6% a una expectativa del 16’2% (5,6 millones de votos)
que se rebasa en las urnas llegando a un 18,2 % del Censo de las 14 comunidades
donde ha habido elecciones. De aplicar ese porcentaje medio a toda España, el
PSOE habría obtenido 6,2 millones de votos. Frente a esa situación, PODEMOS que
partía de una expectativa directa de voto de 11,9% (4,2 millones de electores) en julio del pasado año, ha llegado a las
elecciones autonómicas con una expectativa del 11,6% que finalmente se ha quedado en las urnas en
un 9,5%. Aplicado a toda España supondría un total de 3,2 millones.
Esas son las cifras que describen
la remontada del PSOE, en menos de un año,
desde el estado de coma en la UVI, hasta recuperar una exigua hegemonía
en el espacio de la izquierda, por donde deambula, cojo de las dos piernas,
apoyándose en partidos-muleta, que no tienen la más mínima intención de
sustentarlo, sino de socavar el espacio
electoral que se extiende a su izquierda y a su derecha, trabajando por
hacerlo caer antes de noviembre.
Es una remontada meritoria, pero
insuficiente. El PSOE está todavía por debajo de los niveles de apoyo de 2011,
que fue del 19,5% del Censo Electoral. El apoyo obtenido en las 14 autonomías
con elecciones hasta mayo, ha sido del 18,2%.
Esta fuera de lugar y puede calificarse de pura ensoñación, la idea de
que el PSOE pudiera alcanzar niveles parecidos a los momentos en los que
consiguió gobernar:
- 1982: 37,7% del Censo.
- 1986: 30,5% del Censo.
- 1989: 27,4% del Censo.
- 1993: 29,5% del Censo.
- 2004: 31,9% del Censo.
- 2008: 32,3% del Censo.
Cuando se considera el 10,6% de
expectativa que marcó el barómetro de Julio de 2014 y se constata que nueve
meses más tarde, esa expectativa estaba en el 16,2%, cualquier observador
imparcial comprende lo lejos que esta el PSOE de poder alcanzar un resultado
electoral que le permita ser el partido hegemónico de la izquierda y, en
consecuencia, el que pueda reclamar con legitimidad el gobierno de España.
Al ritmo actual, si no hay
elementos que detengan ese crecimiento –y Andalucía es una bomba de efecto
retardado que aún no ha sido desactivada- el PSOE podría llegar a noviembre con
una intención de voto en el entorno del 19-20%, que podría traducirse en
resultados en urna de un 22% del Censo, como máximo. Ese porcentaje equivale a
unos 7,5 - 8 millones de votos. En el supuesto de una participación del 70%,
esos resultados se traducen en un 31-33% del voto válido. Esa es una cifra
aceptable para que el PSOE pueda poner a Pablo Iglesias en la disyuntiva de
decidir si gobierna Pedro Sánchez o Mariano Rajoy. Todo lo que sea bajar de esa
cifra es aproximarse a la disyuntiva inversa: que sea Pedro Sánchez el que deba
decidir entre dar a Mariano Rajoy o a Pablo Iglesias la presidencia del
Gobierno.
La última
encuesta publicada (Celeste Tel, para
eldiario.es, 15 de Junio de 2015) dibuja una estimación compatible con ese
escenario, pues con el 27,2% del voto válido que se atribuye al PSOE, este
queda muy por delante del 13,1% que se atribuye a PODEMOS. Aun en el supuesto
de una confluencia PODEMOS-IU, que lograría un 17,8%, la distancia del PSOE sería
de casi 10 puntos por encima.
Pero téngase en cuenta que el 45% de los votos
válidos emitidos que sumarían las tres fuerzas condenadas a entenderse a pesar
de sus profundos sentimientos de odio mutuo, no garantizan la mayoría absoluta
de diputados en el Congreso.
Y no conviene quedarse en las previsiones de una sola encuesta que, además, en este caso, resulta particularmente favorable al PSOE. La
media de las encuestas actualizada a 16 de junio, arroja resultados más
equilibrados:
Aunque PSOE-PODEMOS-IU, siguen sumando el 45% del voto válido, la distancia entre el PSOE y sus adversarios en
la izquierda, se acorta a menos de 5 puntos. Y en esas condiciones, podría convertirse en una fuerza subsidiaria, condenada a recibir, por su derecha y por su izquierda, los embates enfurecidos de una versión rediviva de "las dos Españas".
En esas condiciones, el injustificado alborozo
de Rubalcaba al proclamar en el último congreso que “el PSOE ha vuelto”, puede
seguir siendo hoy una ensoñación. Es decir: “Suceso, proyecto, aspiración o cosa
que se anhela o se persigue pese a ser muy improbable que se realice…” o bien, “Serie o sucesión de imágenes y
sucesos que se imaginan mientras se duerme y que se perciben como reales.”
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