Hoy he leído en
POLITIKON un magnifico
artículo en el que se describen detalladamente muchas
características que ayudan a dibujar el perfil del votante de
PODEMOS y en el que se compara ese perfil con el que muestran otros
partidos.
Pese al interés que me
ha suscitado su contenido, me ha llamado poderosamente la atención
la imprecisión terminológica y conceptual en la que, a mi juicio,
incurre el autor del artículo a la hora de manejar los conceptos que
le sirven para establecer la base electoral probable de los
partidos.
Según su criterio, la
pregunta ¿Quiénes son los simpatizantes de Podemos? puede ser
respondida analizando a sus votantes y simpatizantes. Nada que
objetar, hasta ahí, si no fuese porque en una nota aclaratoria a pie
de página, afirma textualmente:
“En
este artículo me refiero a votantes y simpatizantes como
la misma cosa
porque la variable que he usado es la denominada “voto+simpatía”
del CIS“.
Votantes y simpatizantes
no son conjuntos idénticos aunque, eventualmente, puedan ser
coincidentes. No son la misma cosa. El CIS, con buen criterio, los
separa, precisamente por ello, distinguiendo entre 'intención
de voto', 'simpatía' y 'voto +simpatía' . La variable
'voto+simpatía' es un binomio, una expresión constituida por dos
términos distintos que es preciso sumar. Votantes por
un lado y simpatizantes por otro. Y aún así, la expresión
'voto+simpatía' es equívoca e induce a error, si no se define con
rigor.
En realidad, donde se
dice voto
deberíamos decir intención declarada de voto:
- Los encuestados declaran el partido al que votarían, con independencia de que esa declaración sea verdadera o falsa.
- Cuando un encuestado quiere ocultar el sentido de su voto puede recurrir a dos mecanismos:
- Declarar en falso una opción por la que no tiene intención de votar o
- acogerse a la opción 'No Contesta'
- Declarar que uno tiene intención de votar al partido A, no implica necesariamente que uno simpatice con el partido A. Se puede ser votante de un partido, sin simpatizar con él. Cuando esto sucede, se habla de 'voto prestado' por otros partidos al partido A, en el sentido de que el voto sólo se puede considerar 'consolidado' cuando el votante simpatiza con el partido al que vota.
- El primer término del binomio (Voto + simpatía) refleja el número de los que dicen que van a votar al partido A, sea verdad o mentira, sean simpatizantes o no lo sean.
Análogamente, en el segundo término del binomio, donde se dice
simpatía, deberíamos decir simpatizantes indecisos.
No hacerlo,también es equívoco, e induce a error, porque, en
sentido propio, ese término, cuando se emplea como parte del
binomio, no se refiere a todos los simpatizantes, sino
solo a los simpatizantes dubitativos y a los que desean ocultar el
sentido de su voto. Solo esa fracción de los simpatizantes, la de los simpatizantes indecisos es la que se agrega en el binomio.
El binomio voto + simpatía incluye, por tanto,
- "VOTO":
- Encuestados que declaran que votarían al partido A pero no son simpatizantes de A
- Encuestados que declaran que votarían al partido A y que son simpatizantes de A
- "SIMPATÍA":
- Simpatizantes de A que aún no saben lo que votarán o no quieren declararlo.
El binomio en cuestión no incluye a los simpatizantes de A que declaran su intención de votar a otro partido B, ya que aparecen en el binomio correspondiente al partido B, incluidos como votantes que no simpatizan con B.
En los tiempos que corren, fiarse en demasía de estos parámetros
clásicos, es fuente de abundantes e importantes errores. En
condiciones ´normales' fiarse de la intención de voto declarada
puede considerase aceptable, tanto mas cuanto que podemos calcular
con cierta aproximación la cuantía de las declaraciones falsas y
evaluar el ´voto oculto' partiendo del recuerdo de voto. Del mismo
modo, admitir que la simpatía es un elemento decisorio a la hora de
orientar el voto indeciso, puede ser un exceso de confianza, que conviene
matizar: el que entra en duda, puede acabar inclinándose por votar
al partido que suscita su simpatía, pero también puede resolver su
indecisión votando a otro.
Pero no estamos en 'condiciones normales' sino en unas condiciones de
cambio rápido del panorama electoral en la que el partido que
irrumpe con con mas fuerza, casi no tiene historia: tenemos
dificultades para establecer el recuerdo de voto, porque ese partido
no se presentó a las últimas elecciones. Admitir que todos los que
declaran su intención de votarlo en las próximas elecciones dicen
la verdad, sin corrección alguna, es arriesgado. Tan arriesgado como
no admitirlo y establecer correcciones arbitrarias sin base
estadística para hacerlo.
En todo caso, sean cuales sean los parámetros que cada uno utilice
para establecer una base electoral de referencia aplicable a cada
partido, lo importante es que no se confundan la naturaleza y el
significado de cada uno de los conjuntos que componen esa base
electoral.
En el artículo que comento, su autor, Kiko Llaneras, acepta el
binomio 'voto+simpatía' como referencia de lo que constituye
(constituía, en octubre) la base electoral de PODEMOS. Ninguna
objeción, siempre que se tenga en cuenta que al utilizar este
parámetro, no nos estamos refiriendo indistintamente a votantes o a
simpatizantes como él pretende. En rigor, estamos considerando por una parte,
hipotéticos votantes, que simpatizan o no con el partido en cuestión
y por otra, simpatizantes indecisos que no sabemos si acabarán, o
no, siendo votantes de ese partido.
Cuando utilizamos los datos de las encuestas del CIS relativos a la
intención declarada de voto y a la simpatía hacia los partidos,
estamos manejando, implícitamente, datos relativos a cuatro
conjuntos bien diferenciados:
- Voto consolidado (simpatizantes de A que prometen votar a A)
- Voto fugado (simpatizantes de A que han decidido votar a otro partido distinto de A)
- Voto inseguro (simpatizantes de A que están indecisos o que ocultan su decisión)
- Voto prestado ( simpatizantes de otros partidos (B, C, D...) que declaran estar decididos a votar al partido A.
Si tomamos los datos del barómetro de octubre, encontraremos
elementos suficientes para establecer, en el caso de PODEMOS, la
siguiente distribución:
- Intención de voto declarada + Simpatizantes indecisos (voto+Simpatía) = 19,3%
- Simpatía total (Indecisos + Decididos) =13,1%
- Intención de voto declarada = 17,6%
1
|
5
|
10
|
15
|
20
|
25
|
||||||||||||||||||||||
Voto +Simpatía (19,3%)
6.755.000
|
|||||||||||||||||||||||||||
Voto ( 17,6 %)
6.160.000
|
|||||||||||||||||||||||||||
No Simpatizan
6,2%
|
Simpatizantes
Decididos
11,4%
|
INDECISOS
1,7%
|
TOTAL
6.755.000
|
||||||||||||||||||||||||
Simpatizantes de otras
opciones que declaran votarán a PODEMOS
|
Simpatizantes de PODEMOS que
votarían a PODEMOS
|
SimpatiaaI
INDECISOS
1,7%
|
|||||||||||||||||||||||||
VOTO PRESTADO
2.170.000
|
VOTO CONSOLIDADO
3.990.000
|
VOTO
INSEGURO
595.000
|
La distribución que obtenemos analizando los mismos datos para el
PSOE, en cuanto a la composición de su probable base electoral, es
bastante distinta a la de PODEMOS, pese a que la cuantía de la base
electoral es muy parecida.
Según los datos del barómetro de octubre del CIS, las cifras para
el PSOE serían:
- Intención de voto declarada + Simpatizantes indecisos (voto+Simpatía) = 18,1%
- Simpatía total (Indecisos + Decididos) =18,3%
- Intención de voto declarada = 14,3%
1
|
5
|
10
|
15
|
20
|
25
|
||||||||||||||||||||||
Voto +Simpatía (18,1%)
6.335.000
|
|||||||||||||||||||||||||||
Voto (14,3%)
|
|||||||||||||||||||||||||||
Simpatizantes Decididos
(14,3%)
|
INDECISOS
3,8%
|
← Simpatizantes fugados
0,2% 70.000
|
|||||||||||||||||||||||||
Simpatizantes del PSOE que
votarían
al PSOE (14,3%)
|
Simpatizantes
del PSOE Indecisos 3,8%
|
TOTAL
6.335.000
|
|||||||||||||||||||||||||
VOTO CONSOLIDADO
5.005.000
|
VOTO
INSEGURO
1.330.000
|
La intención declarada de voto es notablemente superior en PODEMOS
que en el PSOE. La diferencia puede cifrarse aproximadamente en 1,2
millones de votos a favor de Podemos.
El binomio (Voto + Simpatía) los acerca al entorno del empate
técnico pues la diferencia se reduce a 0,3 millones de votos.
Cuando se considera lo que podríamos llamar Base Electoral
Consolidada (con todas las precauciones y reservas, pues en un
panorama tan dinámico nada puede darse por consolidado
definitivamente) , el PSOE, con 5 millones de votos procedentes de
sus simpatizantes decididos a votarlo, supera en más de 1 millón de
votos a los simpatizantes de PODEMOS decididos a votar a esa
formación.
Para completar el panorama de los partidos estatales mayoritariamente
votados por ciudadanos de izquierda, señalemos que Izquierda Unida
cuenta con un 4,7% de simpatizantes (1.640.000 votos) de los
cuales, 175.000 permanecen indecisos y otros tantos, habían decidido
ya votar a otras opciones, pese a su declarada simpatía por IU.
En resumidas cuentas, los tres partidos que se asientan sobre el
electorado compuesto por los ciudadanos que se auto-ubican en la
izquierda, recogen entre los tres un total de 10,3 millones de
simpatizantes dispuestos a votarlos.
Si los simpatizantes indecisos, se decidiesen finalmente por votar a
cualquiera de los tres, la suma ascendería a 12,4 millones de votos.
Y finalmente, si los 2.170.000 ciudadanos que dicen tener intención
de votar a PODEMOS, pese a no ser simpatizantes de esa formación (tampoco son simpatizantes de PSOE ni IU) decidiesen finalmente hacerlo, el respaldo electoral de esos tres
partidos de la izquierda llegaría a 14,6 millones de votos (el 41,7%
del Censo electoral).
La distinción entre simpatizantes y presuntos votantes no es baladí.
Si de verdad queremos hablar, con rigor, de SIMPATIZANTES, hemos de
referirnos a aquellos que se identifican como tales cuando los
encuestadores del CIS le preguntan a los ciudadanos:
“En
todo caso, ¿por cuál de los siguientes partidos siente Ud. más
simpatía o cuál considera más cercano a sus propias ideas?
“
Si
representamos la auto-ubicación ideológica de quienes confiesan ser
simpatizantes de cualquiera de estas tres formaciones (total de
simpatías suscitadas por cada uno, según el CIS) obtendríamos el
siguiente gráfico:
En
las respuestas, en octubre, se evidenciaba que el PSOE se situaba en
posición hegemónica, con 6,3 millones de simpatizantes, seguido de
podemos con 4,6 millones y de IU con 1.6 millones. Se evidenciaba,
también, que la lucha por la 'centralidad' en sentido estricto, esto es, lo ocupación de los
tramos 5 y 6 del tablero, ha sido abandonada por los partidos de la
izquierda.
Por más que se predique la necesidad de ganar esa centralidad, para arrebatársela al Partido Popular, lo cierto es que los partidos de la izquierda, están desinteresados por atraerse a esos votantes y están sumidos en una guerra fratricida, disputándose el dominio de otra centralidad distinta: el centro de la mitad izquierda del tablero.
Por más que se predique la necesidad de ganar esa centralidad, para arrebatársela al Partido Popular, lo cierto es que los partidos de la izquierda, están desinteresados por atraerse a esos votantes y están sumidos en una guerra fratricida, disputándose el dominio de otra centralidad distinta: el centro de la mitad izquierda del tablero.
En
efecto, la batalla que se esta librando en la izquierda no es la de
ganar el Centro (5 y 6) para ganar al PP. La batalla es por la
hegemonía en la izquierda, hegemonía que se consigue dominando los
tramos 3 y 4 donde se ubican los ciudadanos de la izquierda
moderada. Es la batalla destinada a cumplir el sueño de la izquierda
radical española, que no es el sueño de vencer al PP, sino el de relegar al PSOE a la categoría de partido desaparecido o subalterno.
Lo que está en cuestión no es el bipartidismo, lo que se ventila es la posibilidad de que el partido hegemónico de la izquierda no sea el PSOE, sino otro partido, que debería contar con la misma base electoral del PSOE, pero con otros dirigentes y militantes mucho más escorados a la izquierda que el conjunto de sus electores.
Lo que está en cuestión no es el bipartidismo, lo que se ventila es la posibilidad de que el partido hegemónico de la izquierda no sea el PSOE, sino otro partido, que debería contar con la misma base electoral del PSOE, pero con otros dirigentes y militantes mucho más escorados a la izquierda que el conjunto de sus electores.
No
entraré en la eterna discusión teológica sobre la identidad
ideológica de los partidos. No me interesa saber si en la
representación fluvial que Anguita propuso sobre las dos orillas
del mapa político, el PSOE se sitúa en una (junto al PP) y PODEMOS
en otra (junto a IU), o si tras el reciente viaje en planeadora,
PODEMOS ha cruzado el río y ha venido a reunirse con el PSOE en la
orilla derecha para disputarle la hegemonía de la centralidad,
dejando la exclusiva de la escasamente habitada orilla izquierda a
IU. Me parece una discusión de califas y santones en la que no entro.
Me limitaré a constatar que, cuando represento la ubicación de los
simpatizantes de estos tres partidos, la mayor parte de esos ciudadanos, se encuentran ubicados en los tramos de
la mitad izquierda del tablero:
PODEMOS, PSOE e IU son tres partidos a los que, hoy por hoy, vota la gente de
izquierdas. Son, por tanto, los grandes partidos estatales de la izquierda
española, que está compuesta por gentes legítimamente divididas en
una pluralidad de opciones.
Por el momento, hasta octubre, el PSOE hegemonizaba las simpatías
del electorado de izquierdas, porque era la opción mayoritaria en los
tramos ocupados por la izquierda moderada. PODEMOS consigue, por
ahora, la hegemonía en los tramos 1 y 2 (izquierda radical) y
disputa al PSOE, de lejos, la primacía en la 'centralidad de la
izquierda' constituida por la izquierda moderada (tramos 3 y 4). IU continúa en su posición subalterna tradicional de pequeño partido anclado en la izquierda radical democrática. La distribución cambiaría si estudiásemos la intención declarada de voto, como haremos en otro momento. Pero ello sucede porque, pese a que muchos autores lo crean (o lo den a entender sin creerlo ni decirlo) votantes y simpatizantes son dos cosas muy distintas. Especialmente, en el caso de PODEMOS
Subrayar que este panorama en la distribución de las simpatías es
un panorama dinámico y rápidamente cambiante, nunca estará de más.
Porque ya hemos visto que los simpatizantes presentan un distinto
grado de fidelidad a sus partidos. Las dudas y las indecisiones
asaltan con desigual intensidad a los seguidores de cada uno de
ellos:
- En IU, 175.000 simpatizantes , casi el 11% del total se muestran indecisos a la hora de decidir su voto en favor de IU. Otro 11% ya ha decidido votar a Otros Partidos, pese a mantener sus simpatías hacia IU.
- EN PODEMOS, los indecisos son 695.000, que hacen el 15% de sus simpatizantes. Recién conquistados para la causa de la nueva formación y aún se piensan si la votarán o no.
- En el PSOE, 1.330.000 simpatizantes (casi el 21% del total) dudan, precavidos, mostrándose indecisos y taimados sobre el destino final de su voto. Y 70.000 más ya han decidido compatibilizar su simpatía hacia el PSOE con un voto a otro partido.
De las posiciones que adopten estos indecisos, dependerá, en primer
lugar, la fuerza electoral, el respaldo popular a la izquierda. Necesariamente, se
moverán entre dos extremos: votar a un partido (a cualquiera de estos
tres) y conseguir que la izquierda sume más de 12 millones de votos
y más del 40% del Censo Electoral o, por el contrario, renunciar a votar e instalarse
en la abstención, en cuyo caso, los tres partidos juntos superarían
ligeramente los 10 millones de votos. En segundo lugar, de las
decisiones que adopten estos simpatizantes que, de momento, están indecisos,
dependerá si el partido que ostente la hegemonía en la izquierda
sea el PSOE o PODEMOS.
A muchos ciudadanos de izquierda, que no somos de miembros ni
seguidores incondicionales de ningún partido, la cuestión de quién
ostente la hegemonía de las izquierdas, nos parece una cuestión interesante pero muy secundaria. Para muchos de nosotros, el ansiado sorpasso es un capricho de
hooligans que mientras pelean entre si, sirven en bandeja la vitoria de la liga a un tercer equipo.
Cualquiera de las dos fuerzas que combaten a dentelladas y con ímpetu digno de mejor causa, por conseguirla esa hegemonía, podría ser aceptada por muchos de los que pertenecemos a la izquierda no dogmática ni eclesial, sin tener que cultivar, por ello, un amargo sentimiento de derrota: cualquiera que sea el sentido que finalmente demos a nuestro voto. Cualquiera de los tres que sea el vencedor, será -en principio- bienvenido.
Cualquiera de las dos fuerzas que combaten a dentelladas y con ímpetu digno de mejor causa, por conseguirla esa hegemonía, podría ser aceptada por muchos de los que pertenecemos a la izquierda no dogmática ni eclesial, sin tener que cultivar, por ello, un amargo sentimiento de derrota: cualquiera que sea el sentido que finalmente demos a nuestro voto. Cualquiera de los tres que sea el vencedor, será -en principio- bienvenido.
Lo que si nos preocupa de forma principal a esos ciudadanos, es el
abandono en el que nuestros partidos, afanados en sus luchas, están abandonando a sectores del electorado que son necesarios, imprescindibles, si deseamos un cambio significativo de nuestra estructura jurídico-política. Me refiero a los electores de Izquierda que no muestran simpatías por los partidos de la izquierda estatal y a los electores
de Centro ubicados en los tramos los tramos 5 y 6:
- En el tramo 5 (Centro-Izquierda) hay más de 6,2 millones de electores potenciales. De ellos, solo 1,6 millones simpatizan con alguno de los tres partidos de la izquierda estatal.
- En el tramo 6 (Centro-Derecha) hay 2,7 millones de votantes potenciales y solo 340.000 simpatizan con un partido de la izquierda estatal.
- En esos dos tramos, 5 y 6, 2,7 millones de electores declaran no tener simpatías por ningún partido político ¿Ningún partido de la izquierda intenta acercarse a ellos?
- En el año 2008, inmediatamente después de las elecciones, según el barómetro de abril, los electores ubicados en los tramos 5-6 sumaban 9,8 millones de votantes. El PSOE consiguió 2,8 millones de votos (el 29% de los electores situados en esos tramos del electorado de centro).
- En octubre de 2014, de los 8,9 millones de votantes potenciales, las simpatías de los tres partidos de la izquierda estatal en esos tramos suman 1,9 millones, el 21%.
El PSOE ganó las elecciones en 2008 con más de 11 millones de votos sin alcanzar la mayoría absoluta. Aunque la mayoría absoluta no sea deseable, a la hora de abordar una reforma sustancial de la Constitución, las izquierdas, que desean llevarla a efecto, aunque sea con distintos objetivos y distintos grados de profundidad, necesitan más de los 11 millones que obtuvo el PSOE, necesitan atraer hacia ese proyecto de reforma a una mayoría social sólida que no solo debe aspirar a la mayoría absoluta, sino a una mayoría cualificada que no baje del 60% del voto válido emitido.
Los
partidos de la izquierda que desean esa renovación de la
Constitución, harían bien en dejar de instalarse en el navajeo
callejero, construir el marco adecuado para un nuevo consenso
constitucional y afanarse en atraer las simpatías que aun les niegan
los electores de izquierda (de los 14,7 millones de electores
ubicados en la izquierda -tramos 1,2,3 y 4- los tres partidos de la
izquierda estatal solo despiertan simpatías en 9,4 millones). Que
en pleno despliegue de sus artes comunicativas y estrategias de seducción, no logren
atraer la atención y la simpatía de 5,3 millones, el 36% de su "electorado natural", ya es para hacérselo mirar. Sobre todo cuando se considera que de esos 5,3 millones de electores 3,6 millones no declaran simpatía a ningún partido, es decir, están abocados a la abstención.
Los partidos de la izquierda que desean esa renovación de la
Constitución, harían bien, además, en mostrarse menos altivos y más dispuestos al pacto y a
la negociación entre ellos y con otras fuerzas "de la otra orilla" para hacer posible esa renovación, atrayendo al proyecto a
“votantes naturales” del centro y la derecha moderada, que
consoliden una mayoría de cambio.
Siempre, claro está, que los partidos que desean el cambio
constitucional estén por articularlo a través del consentimiento
democrático mutuo y no proyecten imponerlo, al asalto, desde exiguas
mayorías minoritarias.
Porque entre el consenso y el asalto si que circula un caudaloso río, limitado por dos orillas muy distantes. Por si no está claro y a
alguien le interesa, yo estoy por el cambio constitucional, en la
orilla del consenso, dispuesto a resistir cualquier asalto. Por esa razón, aunque mi voto aún no esté decidido, mis simpatías de dirigen hacia aquellas fuerzas políticas claramente dispuestas a acordar con otros partidos, por numerosos, pequeños o distintos que sean, un nuevo texto constitucional que suscite un amplísimo respaldo de los españoles.
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